martes, 18 de junio de 2013

Nuestro caminar




Te conocí una tarde,
yo paseaba de la mano de una búsqueda que no imaginaba
trenzaba mis pensamientos desabrochando los huecos que ajaba mi soledad
espiaba el viento que pasaba cercano sin inmutarse de mi estado de desaliento
alargaba la mano al cielo pensando que tú todavía estarías allí
esperándome
o quizás naciendo en algún recóndito rincón de este extraño mundo

de pronto te reconocí
estabas sentada en la vera de una luna
una suave playa de letras y espíritus
que oteaban las alas de las blanquecinas olas

sentí que estabas en mi
tan adentro que decidí nunca más alejarme de ti
eras mi reencontrado espejo
ese rasgo que aunque único en mi
en ti me llenaba de gratitud hacia la vida

tan sólo tenia que alargar mi mano 
y pintar tu nombre en mi acera
y allí estarías tú por siempre
caminándonos y sintiéndonos tan cerca
recordándote en mi memoria


nacimos los dos de esta intrincada noria
que es el retorno de la aurora a la vida.


3 comentarios:

dijo...

Hay tanta magia en tus palabras como en la sensación que ofreces al leerte..

Lucía dijo...

Eres el poeta de la sensibilidad y eso lo llevan cada uno de tus versos.

¡Precioso poema!

Un beso grande,mi querido poeta.

Trini Reina dijo...

El reencuentro que una y otra vez se aviene a darse. El reconocerse y el saberse.

Abrazos